Docente

Chile
Evelyn Basáez Sepúlveda http://www.costadigital.cl/videojuegos/

lunes, 23 de junio de 2008

EL PALOMO, EL GAVILÁN Y EL ROBO DEL FUEGO (Australia)



En el principio el mundo era frío.Amargamente fríos eran esos primeros días, y la gente no tenía fuego.Ellos no tenían fuego para agacharse junto a él en el frío clima, ni para dar luz a la larga oscuridad de las noches, ni para cocinar la carne, ni las raíces ni frutos que habían reunido.
El único que tenía fuego era Meeka, la luna, y él la mantenía en su cola. Él no estaba dispuesto a compartir su fuego; miraba hacia abajo a la gente y no sentía piedad. El atravesó los cielos con su cola ardiendo como un cometa y mantuvo el fuego para sí mismo. Una vez Wata, el palomo, estaba hablando con su sobrino Kwetalbur el gavilán: “Estos son tiempos duros para el mundo, tiempos duros y amargos. Tú y yo haremos un viaje juntos. Cuando el día venga y Meeka este descansando, tomaremos su fuego y lo compartiremos con la gente”. Kwetalbur asintió con la cabeza. “Sólo llama, tío, y yo iré contigo”.Entonces el siguiente día, cuando el sol se había levantado y la luna estaba descansando, Wata llamó a Kwetalbur: “Croo – Croo Cru”.Juntos volaron arriba hacia el cielo hasta que llegaron al lugar donde Meeka había construido su refugio. Él estaba durmiendo, enrollado alrededor del quemante fuego en su cola. Sus lanzas y su arpón, sus cuchillos y sus boomerangs yacían a su lado, cerca de su mano.Él succionaba el aire mientras respiraba: “Hsssssss, Hsssssss”. Wata, el palomo, se acercó sigilosamente cada vez más. Pasó sobre los boomerangs las lanzas y los cuchillos. Agarró el fuego de la cola de Meeka y con un ruido de alas voló alejándose.Algo había interrumpido el sueño de Meeka. Él despertó, se restregó los ojos.¡Su fuego no estaba! Él miró en una dirección y en otra.¡Ahí estaban los ladrones! ¡Por allá!Él agarró sus armas y corrió tras ellos, aventando lanza tras lanza. Pero Wata y Kwetalbur eran muy rápidos. Ellos estaban volando hacia abajo, al mundo.Se tiraban el fuego de pico a pico, tirando y atrapando el fuego robado, mientras las lanzas de la luna los pasaban silbando. Cuando llegaron a la cima de los árboles, pusieron el fuego en ellos para que resplandecieran como antorchas. Y cuando la gente vio los árboles quemándose, vinieron corriendo y danzando y gritando: “¡Miren! ¡Wata y Kwetalbur nos han traído fuego! ¡Nunca más sentiremos el amargo frío otra vez!” Palomo y gavilán volaron de árbol en árbol, poniendo fuego en cada uno de ellos. Pusieron bastante fuego en los robles, en las acacias y en los blackboy trees.
Pero Meeka, la luna, todavía estaba siguiéndolos. “¡Devuélvanme mi fuego!, gritaba. “¡Tengo frío, frío!”Cuando vio que no podía atraparlos o matarlos y cuando vio que todo el mundo estaba destellante de rojo y amarillo con el fuego robado, renunció a la persecución. Ascendió nuevamente al cielo, llamó a las nubes y les ordenó que llovieran. Les ordenó que llovieran y llovieran hasta que el mundo quedara cubierto con agua y todo fuego hubiese sido ahogado. Y entonces vino una gran inundación. Pero Wata el palomo y Kwetalbur el gavilán habían sido inteligentes; ellos habían puesto el fuego dentro de los árboles. Habían puesto el fuego robado dentro de la madera de los árboles. Así que cuando las aguas de la gran inundación se secaron y drenaron, ellos le mostraron a la gente como sacar el fuego de la madera. Les mostraron a las personas como hacer palos de fuego con los robles, las acacias y los blackboy tres. Les enseñaron como frotar los palos unos contra otros hasta que el fuego apareciera. Y desde ese día hasta ahora, ha habido fuego dentro de la madera.
Desde ese día hasta ahora, la gente ha tenido fuego para agacharse junto a él en el frío clima, para dar luz a la larga oscuridad de las noches, y para cocinar la carne que han cazado, y las raíces y frutos que han reunido. Y desde ese día hasta ahora, cuando las mujeres prenden sus fuegos y observan el humo gris azulado elevarse al cielo, cantan: “Mira el humo del fuego, el fuego que Wata y Kwetalbur nos trajeron ¡mira el humo del fuego!”
En cuanto a Meeka, la luna, ha brillado pálida y fría en la luna desde ese tiempo, y su ardiente cola ha desaparecido...

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